Número 13

El déficit de atención me da Amsiedad.

Por Astreo Bernard

El ADHD, o Attention Deficit Hyperactivity Disorder en inglés, es un desorden neurológico complejo que impacta las regiones del cerebro que nos ayudan a enfocarnos, planear y ejecutar tareas. Por esta razón, la gente con ADHD presenta problemas al controlar sus impulsos (¡Oh no!), concentrarse (¡Ayuda!) y organizarse (me dio Amsiedad). En español se conoce como TDAH, Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad, sin embargo, la palabra Trastorno es más fuerte y produce más Amsiedad que la palabra Desorden. El correcto uso de los conceptos es importante para poder acceder con facilidad a la atención médica adecuada. Sin embargo, mientras más riesgoso y disruptivo suene el nombre de una condición más estigma cae sobre ella. La Amsiedad y rechazo que produce hablar públicamente de salud mental y emocional dificulta que estemos informados al respecto y que a la gente que necesita ayuda le sea fácil acceder a ella.

¿Qué es el ADHD? Acorde a la investigación clínica en neurología, y tomando en cuenta los testimonios de las personas que presentan el desorden, el ADHD no es un desorden conductual, no es una enfermedad mental, no es un problema de aprendizaje, ni es una excusa para justificar flojera. ¿Pero qué es entonces el ADHD? Es una alteración en el desarrollo de auto regulación del cerebro. Volviendo al correcto uso del vocabulario.

¿Qué causa el ADHD? A pesar de los años de rigurosa investigación las causas que producen esta condición no son claras. La investigación ha confirmado que esta condición es hereditaria, por lo que su origen es genético (¡Mamá, los genes me dan Amsiedad!). No obstante, la investigación continua, en genética principalmente en los genes relacionados con neurotransmisores como la Dopamina. Así es, la Dopamina juega un rol crucial en este desorden ya que participa en el sistema de recompensa y motivación en el cerebro. Dato curioso, los memes centrados en neurología y salud emocional suelen ser llamados Dopamemes. Si bien la causa precisa del ADHD sigue siendo investigada, dado que es un desorden neurológico, es claro que no es causado por mala crianza, flojera, mala conducta, dieta rica en azucares, videojuegos y televisión.

Los síntomas de ADHD son diversos y pueden variar según la edad, género o características de la persona, lo que puede complicar su diagnóstico. Los síntomas generales son falta de atención y de concentración, hiperactividad, mala administración del tiempo, poco control de los impulsos, emociones intensas, bajo rendimiento. Dependiendo la intensidad de los síntomas se pueden establecer tres casos: el predominantemente hiperactivo, el predominantemente falto de atención y la combinación de los anteriores (el más común, oh no).

La gente que presenta el tipo hiperactivo actúa en piloto automático, tiene poco control de sus impulsos, es impaciente, habla por los codos, interrumpe a otros y se retuerce como chinicuil. La gente que presenta el tipo falto de atención tiene dificultades manteniendo la concentración, terminando tareas a tiempo o siguiendo instrucciones, se distraen con facilidad, son olvidadizos, a menudo pierden cosas, no siguen las conversaciones y suelen soñar despiertos. La gente que presenta el tipo combinado demuestra una variedad de los síntomas anteriores.

Debido a que el ADHD afecta la capacidad de prestar atención los hábitos de las personas que lo padecen pueden ser severamente afectados y causar comorbilidades y conflictos por bajo rendimiento. La mala regulación de la atención y administración del tiempo pueden resultar en malos hábitos alimenticios y trastornos del sueño, haciendo que la persona esté constantemente deshidratada, mal nutrida y fatigada. La dificultad para mantener la concentración afecta el desempeño en la escuela y en el trabajo, haciendo que la persona llegue tarde, cometa descuidos, olvide fechas de entrega o pierda objetos necesarios. Cuando una persona vive una vida con esos retos, la persona recibe constantes regaños, rechazos y maltratos. Es difícil demostrar que la persona está dando su mayor esfuerzo cuando sus errores pueden ser ridículos. Así es como la situación se pone amsiosa. Una vida de dificultad, incomprensión y mal cuidado de la salud desemboca en bajo rendimiento y baja autoestima. Esta forma de vida puede producir amsiedad e incluso depresión.

Un momento. La vida es difícil para todos. ¿No será que todos tenemos un poco de ADHD? ¿Será que a veces tenemos ADHD? La respuesta es no. Que a veces uno tenga momentos o días difíciles no significa que a veces se puede tener ADHD. De la misma forma que tener un momento malo no significa tener ansiedad, ni estar triste por un periodo significa tener depresión. Para considerarse ADHD varios de los síntomas tienen que presentarse todos los días desde la infancia y no necesariamente en malos momentos. Es decir, los síntomas se pueden presentar sin que haya situaciones estresantes.

El diagnóstico de ADHD debe ser realizado por un profesional. Aunque el desorden no es ni nuevo ni desconocido, su diagnóstico y tratamiento no es generalizado, por lo que puede ser difícil encontrar un médico, psicólogo o psiquiatra, con conocimiento especializado. El estereotipo de persona con ADHD es el de niño hiperactivo como Bart Simpson (hay un episodio en el que lo quieren mandar al psiquiatra a ser diagnosticado). Sin embargo, a pesar de que el caso más frecuente es el de los niños hiperactivos eso no significa que esa sea la población más afectada. Eso únicamente significa que ese es el caso más disruptivo que por su desagrado llama nuestra atención. El constante estudio del desorden demostró que las niñas y los adultos, tanto mujeres como hombres, también lo pueden padecer. El caso de las niñas y mujeres es el más descuidado, ya que sus síntomas suelen ser más centrados en la falta de atención y la desregulación emocional, que en nuestro mundo patriarcal son considerados estereotipos femeninos. En el caso de adultos, se demostró una correlación entre la edad de diagnóstico y el nivel de coeficiente intelectual. Mientras más alto el coeficiente intelectual más tarde es el diagnóstico, tomando en cuenta que la persona tenga acceso a servicios médicos. Esto quiere decir que la persona hizo uso de su intelecto para desarrollar estrategias que le permitieran navegar los retos de la vida, pero a pesar del éxito eso no significa que la persona no sufriera y tuviera que pagar un alto costo emocional. También las niñas y adultos han demostrado ser más capaces de disfrazar y enmascarar sus limitaciones. 

Dado que el ADHD es un desorden neurológico es común que se presente en combinación con otros desordenes como el límite de la personalidad, el obsesivo compulsivo, el bipolar, de estado de ánimo, de ansiedad generalizado, en incluso autismo (No, las vacunas no son su causa). También con problemas de aprendizaje como dislexia, discalculia, disgrafia, dispraxia. El traslape con estos otros desórdenes puede ser debido a que afectan regiones similares en el cerebro. Las dificultades en la vida pueden generar experiencias traumáticas y desarrollar un perfil de estrés post traumático. En estos casos complejos puede ocurrir un círculo vicioso en el que un desorden alimente al otro. Por eso es de suma importancia que los diagnósticos y tratamientos sean realizados por especialistas.

A pesar de que el ADHD suena a que da mucha amsiedad, es una condición muy benigna y atendible. Los tratamientos son diversos, compatibles y complementarios. La terapia de psicoanálisis ayuda a trabajar los conflictos personales. La terapia conductual ayuda a identificar dificultades en las tareas y regulación de emociones y a desarrollar estrategias para enfrentar los retos. La medicación psiquiátrica ayuda a regular la neurología. Una buena dieta e higiene del sueño estabilizan la fatiga y buen funcionamiento del cuerpo. El ejercicio es una buena fuente de dopamina. La socialización positiva genera oxitocina. El apoyo y comprensión de seres queridos reduce los conflictos. Muchas veces las personas con ADHD ya han aprendido a lo largo de su vida a lidiar con sus limitaciones, y sólo necesitan de nosotros paciencia y tolerancia.

Por otro lado, no todo son síntomas, y no hay mal que por bien no venga. Dado que la neurología de una persona con ADHD es distinta su perspectiva de la vida también es distinta. A esto se le llama Neurodiversidad. Las personas con ADHD suelen ser muy perceptivas de las emociones de sí mismos y de los demás, por lo que tienen una gran empatía e inteligencia emocional. Son personas muy creativas, piensan fuera del huacal porque toda su vida han vivido fuera del huacal. Son personas innovativas, capaces de tomar riesgos. Son personas resilientes, acostumbrados a recuperarse de la frustración. Cuando están motivados son personas incansables. Son personas con grandes capacidades intelectuales, porque cuando se está tan limitado hay que ser muy inteligente para sobrecompensar y parecer normal.

Otra característica positiva de las personas con ADHD es ser protagonistas de mangas y comics. Un gran número de personajes del manga presentan síntomas y características de ADHD, por ejemplo, Serena Tsukino de Sailor Moon, Goku de Dragon Ball, Naruto de Naruto, Monkey D Luffy de One Piece, Yoh Asakura de Shaman King, Bart Simpson de los Simpson, Mikey de las Tortugas Ninja, Sokka de Avatar la Leyenda de Aang, el Nene Consentido de Dinosaurios, Mabel de Gravity Falls, Jake de Hora de Aventura.  

Número 13

10 de las pinturas más famosas del mundo.

Por El Tío Chewy y Cheems

Acompáñenme en este curioso viaje a través de dichas pinturas con el toque que caracteriza a Cheems.

Parada número 1: Mona lisa

Artista: Leonardo da Vinci

Fecha estimada: 1503 a 1519

Dónde verlo: Museo del Louvre (París)

No debería ser una sorpresa que la pintura más famosa del mundo sea esa misteriosa mujer con la enigmática sonrisa. Pero esa es una de las pocas certezas sobre esta obra de arte.

Se cree que la modelo de la pintura es Lisa Gherardini, la esposa del comerciante de Florencia Francesco del Giocondo, pero los expertos no están seguros. Representaba una innovación en el arte: la pintura es el primer retrato italiano conocido que se enfoca tan de cerca en la modelo en un retrato de medio cuerpo, según el Louvre, donde se instaló por primera vez en 1804.

Sabías que: Antes del siglo XX, los historiadores decían que la Mona Lisa era poco conocida fuera de los círculos artísticos. Pero en 1911, un exempleado del Louvre robó el retrato y lo escondió durante dos años. Ese robo ayudó a cimentar el lugar de la pintura en la cultura popular desde entonces y expuso a millones de personas al arte renacentista.

Parada número 2: La última cena

Artista: Leonardo da Vinci

Fecha estimada: 1495 a 1498

Dónde verlo: Santa Maria delle Grazie (Milán, Italia)

Leonardo, el «Hombre del Renacimiento» original, es el único artista que aparece en este lista dos veces.

Pintado en una época en la que las imágenes religiosas todavía eran un tema artístico dominante, «La Última Cena» representa la última vez que Jesús partió el pan con sus discípulos antes de su crucifixión.

La pintura es en realidad un gran fresco: mide 4,6 metros de alto y 8,8 metros de ancho, lo que lo convierte en una vista memorable.

Sabías que: El fresco ha sobrevivido a dos amenazas de guerra: las tropas de Napoleón usaron la pared del refectorio en el que se pintó el fresco como práctica de tiro. También estuvo expuesto al aire durante varios años cuando los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial destruyeron el techo del convento dominico de Santa Maria delle Grazie en Milán.

Parada número 3: La noche estrellada

Artista: Vincent van Gogh

Fecha: 1889

Dónde verlo: Museo de Arte Moderno (Nueva York)

La pintura comparativamente abstracta es el ejemplo característico del uso innovador y audaz de pinceladas gruesas de van Gogh. Los llamativos azules y amarillos de la pintura y la atmósfera de ensueño y remolinos han intrigado a los amantes del arte durante décadas.

Sabías que: Van Gogh vivía en un manicomio en Saint-Rémy, Francia, en tratamiento por enfermedad mental, cuando pintó «La noche estrellada». Se inspiró en la vista desde la ventana de su habitación.

Parada número 4: El Grito

Artista: Edvard Munch

Fecha: 1893

Dónde verlo: Museo Nacional (Oslo, Noruega – apertura en 2020) y Museo Munch (Oslo – hasta mayo de 2020)

Primero lo primero: «El Grito» no es una sola obra de arte. Según el blog del Museo Británico, hay dos pinturas, dos pasteles y luego un número no especificado de impresiones. Las pinturas residen en el Museo Nacional y el Museo Munch, y en 2012, uno de los pasteles se vendió por casi 120 millones de dólares en una subasta.

Al igual que el caso de «Mona Lisa», los atrevidos robos (1994 y 2004) de las dos versiones de pintura de «El Grito» ayudaron a elevar la conciencia del público sobre las obras de arte. (Ambos fueron finalmente encontrados).

Sabías que: La figura andrógina en la vanguardia de la pintura de estilo Art Nouveau no está dando un grito, sino que está tratando de bloquear un grito penetrante que proviene de la naturaleza. Se inspiró en una experiencia real que Munch tuvo mientras daba un paseo al atardecer en Oslo cuando un tono rojo dramático abrumaba sus sentidos.

Parada número 5: Guernica

Artista: Pablo Picasso

Fecha: 1937

Dónde verlo: Museo Reina Sofía (Madrid)

Esta es la pintura más reciente en esta lista, y representa el bombardeo aéreo alemán de la ciudad de Guernica en la región vasca durante la guerra civil española.

La pintura tiene ese estilo distintivo de Picasso, y su examen inquebrantable de los horrores de la guerra la convirtió en una parte esencial de la cultura y la historia del siglo XX.

Sabías que: El «Guernica» fue trasladado al Museo Metropolitano de Arte Moderno de Nueva York durante la Segunda Guerra Mundial para su custodia. Picasso solicitó que se extienda la estancia hasta que la democracia regrese a España. Finalmente regresó a Madrid en 1981, seis años después de la muerte del dictador español, el general Francisco Franco.

Parada número 6: El beso

Artista: Gustav Klimt

Fecha estimada: 1907 a 1908

Dónde verlo: museo Upper Belvedere (Viena, Austria)

Con el número 6, pasamos de un estudio de odio a un estudio de amor con el amado beso de Gustav Klimt.

Del «Período Dorado» de Klimt, las influencias artísticas bizantinas se pueden ver en las túnicas altamente decorativas que usa la apasionada pareja de tamaño natural.

El museo Upper Belvedere dice que con «El beso», Klimt hace una «declaración alegórica general sobre el amor como el corazón de la existencia humana». Dado su atractivo magnético, parece que la gente está de acuerdo.

Sabías que: Si bien «The Kiss» no está a la venta, otras obras de Klimt se compran y venden por grandes sumas. Oprah Winfrey se quedó con la obra de arte de 1907, «Retrato de Adele Bloch-Bauer II», por $ 150 millones en 2016, con una ganancia de $ 60 millones.

Parada número 7: La joven de la perla

Artista: Johannes Vermeer

Fecha estimada: 1665

Dónde verlo: Mauritshuis (La Haya, Países Bajos)

Este intrigante favorito a menudo se compara con la «Mona Lisa». Además de las diferencias estilísticas, técnicamente «Girl With a Pearl Earring» no es ni siquiera un retrato, sino un «tronie», una palabra holandesa para una pintura de una figura imaginaria con rasgos exagerados.

La obra maestra del óleo sobre lienzo es brillante en su simplicidad. La niña, que llevaba un turbante azul y dorado y un arete de perlas de gran tamaño, es todo el foco con solo un fondo oscuro detrás de ella.

Sabías que: Mientras que los Mauritshuis fueron renovados de 2012 a 2014, esta obra de arte hizo una gira en Estados Unidos, Italia y Japón. Atrajo a grandes multitudes, reforzando aún más su estatus como una de las obras de arte más famosas del mundo.

Parada número 8: El nacimiento de Venus

Artista: Sandro Botticelli

Fecha estimada: 1485

Dónde verlo: Le Gallerie Degli Uffizi (Florencia, Italia)

‘El nacimiento de Venus’, es la pintura más antigua en el top 10 y compite con «El beso» entre los más sensuales fue probablemente comisionado por un miembro de la familia Medici, rica y amante del arte, que gobernó Florencia y las áreas cercanas durante siglos.

Al casarse con un renovado interés en la cultura griega clásica con el estilo del Renacimiento temprano, Botticelli crea una figura inolvidable con la Diosa del Amor que emerge de una enorme concha de vieira.

Sabías que: «Venus» de Botticelli presenta dos desviaciones significativas de la mayoría de las otras obras de sus contemporáneos.

Primero, pintó sobre lienzo en lugar de la madera, que era más popular. En segundo lugar, la desnudez era rara en este momento, por lo que era atrevido que Venus estuviera completamente expuesta menos su cabello largo y suelto y una mano (apenas) cubriendo las partes más íntimas de su cuerpo.

Parada número 9: Creación de Adán

Artista: Miguel Ángel

Fecha: 1508 a 1512

Dónde verlo: Capilla Sixtina (Ciudad del Vaticano)

La obra más famosa del reconocido artista Michelangelo cubre una sección del techo de la Capilla Sixtina (tienes que mirar hacia arriba para verlo). La escena representa a Dios y a Adán con los brazos extendidos, sus dedos casi tocándose. Es una de las imágenes más replicadas de la historia.

La forma muscular de Adán insinúa el otro talento de Miguel Ángel: su «David» es posiblemente la escultura más famosa del mundo. Puedes ver la imponente estatua de mármol en la Galleria dell’Accademia en Florencia.

Sabías que: El techo de la Capilla Sixtina había sido opacado por siglos de exposición al humo de las velas, entre muchas otras cosas. Después de una limpieza larga y extensa que terminó en 1989, la gente se sorprendió al ver los colores brillantes y vibrantes que Miguel Ángel usó originalmente.

Parada número 10: La persistencia de la memoria.

Artista: Salvador Dalí

Fecha: 1931

Dónde verlo: Museo de Arte Moderno (MoMa) de Nueva York desde 1934.

La persistencia de la memoria es un cuadro del pintor surrealista Salvador Dalí,  fue realizado un día en que Dalí se encontraba indispuesto para ir al cine con su mujer y sus amigos. Mientras estaba solo en casa, el artista pintó el que sería uno de los cuadros más famosos de la historia del arte.

La persistencia de la memoria es una visión subjetiva de la temporalidad y de sus implicaciones, sea en la propia obra de arte o en los recuerdos. Es también un homenaje al tiempo interior del inconsciente, que tiene su propia forma de contarse y que huye de la racionalidad superficial.

Sabías que: «La persistencia de la memoria», fue ejecutada en el año 1931 en menos de cinco horas. La obra tiene unas dimensiones pequeñas, de 24 x 33 cm.

Número 13

Crecer

Augusto Montero.

Cuando iba en segundo de secundaria la maestra de Educación Cívica y Ética nos dejó como primera tarea del curso, justamente por ser la primera tenía que ver con la etapa de vida en la cual estábamos, plena y “magnifica” adolescencia, en preguntarle a uno de nuestros padres cuál era su definición de adolescencia y traer dicha definición escrita en el cuaderno. Yo me decidí a preguntarle a mi padre, ¿La razón? Cuando saqué mi cuaderno para hacerla él estaba en la planta de abajo conmigo y mi madre en la de arriba. Ahora que lo veo en retrospectiva quizá fue una encomienda del destino lo que puso a mi padre allí ese día: su respuesta es quizá de las más ingeniosas que le he escuchado en mi vida. Al preguntarle, me miró con una sonrisa de burla en su cara y me dijo casi riendo: “La adolescencia es una enfermedad que se cura con los años”. Su respuesta fue como un balde de agua fría para mí, no es broma en absoluto, yo estaba entrando a ese mundo de barros, pelos, pensamientos estúpidos (muy estúpidos), inseguridades y emociones descontroladas y su augurio de lo que era para él esa etapa me agüitó, pero no por eso me no me reí, ¿qué me quedaba?, no es como que pudiera chasquear los dedos y crecer de golpe para brincarme esa (necesaria) etapa.

Al día siguiente cuando mi maestra me revisó la tarea y leyó la definición dada por mi padre me miró con extrañeza y preguntó: ¿Eso fue lo que tu papá te dijo? A lo cual dije extrañado: “Sí”. Extrañado porque yo conocía mi padre y su peculiar humor, pero no entendí hasta años después que quizá la profesora pensó que tenía un padre muy cínico y poco sensible, lo cual no es del todo falso (sólo en la cuestión del cinismo, pero es un padre amoroso). En fin, la clase de ese día continuo con el siguiente tema que tenía que ver con esta cosa rara de la adolescencia, su siguiente paso: la adultez. Vimos en clase lo que significaba ser un adulto, o mejor dicho las responsabilidades de uno (como si enserio se pudiera enseñar lo que es ser uno: ). No recuerdo muy bien de que iba la clase, sólo recuerdo la parte que hicieron mención sobre el sexo (como buen adolescente que era, pero no divaguemos); lo relevante de esto fue la tarea que dejó la maestra: investigar cómo es concebido el cambio de niño a adulto en tres diferentes culturas del mundo. He de ser sinceros con ustedes, esa tarea no la hice, y no por flojera sino porque la siguiente clase (me acuerdo) iba a faltar y no veía caso de hacer una tarea que no me iban a aceptar, pues la mujer no aceptaba tareas sin justificante médico y como yo no iba a faltar por enfermedad (de eso también me acuerdo) no podría dársela en otra ocasión. Total que falté (allí sí ya no me acuerdo la razón de la falta) y esa tarea pasó de mí como pasa la vida de un estudiante de secundaria: fugazmente. Hace poco leyendo un artículo sobre justo eso: “concepción del paso de la niñez a la adultez en distintas culturas del mundo” me acorde de esa ya olvidada tarea y me dije: ¿por qué no? ¿por qué no hacer la tarea diez años tarde? Después de todo hasta donde sé aquella profesora sigue dando clases en mi ex-escuela, podría pasar a entregársela de camino a mi trabajo y si no me la acepta, bueno, por lo menos podría dársela a leer a alguien que no sólo pasara sus ojos por el papel y pusiera un sellito de “Tarea Revisada” así que espero disfruten leer sobre una tarea atrasada diez años, pero ¡hey! Qué no dicen: “Más vale tarde que nunca”.

Retomando lo que me dijo mi padre en aquella ocasión: una enfermedad que se cura con los años, no sabría yo hoy si catalogarla como tal, pero si algo parecido pues tiene síntomas como una (acné, pelos por doquier, retortijones en el estómago cuando hay una chica bonita en el asiento de al lado) pero a diferencia de un mal(estar) tiene cosas muy bellas, ese intermedio entre la niñez y la adultez, donde crees poder ser cualquier cosa, pero no sabes realmente que quieres ser. Ese limbo entre la felicidad de la vida sencilla de un pequeñín y las quejas de la vida del adulto; entre una voz aguda a una grave –pasando por una extraña evolución de voz que parece la mezcla de ambas y no es ninguna-; entre la inocencia y la realidad. Pero a todo esto entonces me preguntó yo, ya desde mi perspectiva, ¿qué es la adolescencia? Creo que, por ahora, en mi joven adultez sólo puedo responderme: crecer. No sólo física, emocional, social e intelectualmente sino posiblemente la definición máxima de crecer: un cambio absoluto paulatino. Sin embargo, y respondiendo a la tarea de mi profesora, aunque en nuestra realidad ese acto de crecer no es de golpe sino despacio (muuuuuuuuuuy despacio en algunos casos) hay ciertas culturas del mundo donde ese cambio sí se da “de la noche a la mañana” -por así decirlo- con un ritual en el cual la comunidad reconoce a un “niño” de trece años como un adulto. Si yo a mis veintitrés no me siento así, ¿de verdad un niño ya se siente mayor a esa edad? Pudiera ser, pudiera ser…

Empezaré explicando por qué ese cambio de hecho no suena tan descabellado. Estos ritos de crecimiento son muy antiguos, su origen es de cuando la esperanza de vida era de treinta años; a los trece prácticamente ya habías consumido la mitad de tu tiempo aquí en la tierra, la adolescencia es más bien algo moderno, creada si se quiere ver así por la medicina moderna; un tiempo regalado por el paracetamol para tirarlo aventando huevos a la casa de desconocidos que ni la debían ni la temían. Por lo tanto, en su momento estaba justificado, se necesitaban hombres para defender el interés de la comunidad, no niños. Pudiera ser que hoy día esos rituales ya no debieran contar y ser dejado únicamente como algo “decorativo”, pero por otro lado quién soy yo para venir a redefinir las costumbres antiguas así que me limitaré a hacer un pequeño repaso nada más (y de pasó dar mi opinión…porque quiero y puedo).

Iniciemos con algo muy sencillo: la Fiesta de quince años, la más conocida por nuestros lares y en prácticamente toda Latinoamérica. Esta fiesta es de tradición árabe, heredada a los españoles de cuando ese pueblo se paseaba por todo el sur de España y eventualmente los españoles nos dejaron ese legado a nosotros gracias al catolicismo. Curioso pensar que si bien en ambos se conserva la idea de que a partir de esa edad las niñas pasan a ser “señoritas” hoy día es sólo una cuestión simbólica pero antes era la presentación de la mujer (ya mujer como tal) en sociedad para buscar pareja: sí, la fiesta de quince años era una presentación en sociedad donde se veía a la niña ya no como tal sino como una adulta, y cual adulta ya lista para casarse–si la presentación no era de a gratis, era para buscar marido- y tener hijos. Por suerte para las mujeres los quince años ya sólo es una fiesta y no su bienvenida a la maternidad.

Otro rito de índole religioso es el Bar y Bat Mitzvá por parte de los judíos. El ritual consiste en que cuando las niñas (Bat) llegan a los doce años y los niños a los trece (Bar) –claro porque las mujeres son más maduras que los hombres, y si no pregúntenle a mi novia- les toca leer la Torá (su Biblia) para demostrar su madurez ante su familia, amigos y sociedad judía. Luego está la fiesta al estilo quinceañera, pero con sus diferencias evidentemente. Se imaginan lo sencillo que en apariencia es –digo en apariencia porque evidentemente tiene su chiste- pasar de un escuincle imberbe a un hombre. De haber sabido que era tan sencillo hago eso para ya no tener que hacer lo que mis padre me dijeran; eso sí que me siguieran manteniendo.

Para completar la trinidad de las religiones (porque debe ser trinidad si no, como que no sabe a religión) está la musulmana. En Malasia tiene el rito Khatan  Al Koran donde las niñas cuando cumplen once años –les digo que ellas son más maduras- recitan el capítulo final del Corán en la mezquita local ante amigos y familiares en la ceremonia. Quitando el hecho evidente de que nadie, aun cuando sean mujeres y sean muy maduras, es un adulto a los once años, lo relevante es reflexionar como la mujer tiene un papel de protección muy evidente en esa cultura, al tal grado llega que en cuanto superan la década de vida ya necesitan ponerse al servicio de su comunidad como personas mayores porque con la adultez vienen los compromisos y responsabilidades y el peso del mundo es muy grande para una persona de esa edad. Hace a uno valorar el que si tus problemas son que tus padres te quitaron la televisión y el internet por volarte la clase de Educación Física tus problemas a esa edad no comparan con los de una chica, perdón, mujer allá en Malasia a tu misma edad.

Y hablando de los problemas de la vida adulta imaginen que su primer problema como adulto, literal el primero porque ese problema es el que los hará hombre sea no morir, pero no sólo no morir sino traer prisionero a alguien para que lo maten, ¿Suena duro no? Pues así era el ritual para pasar de niño a adulto en la cultura azteca. Si querías ser un hombre tenías que ir a la guerra y capturar a un enemigo para ser sacrificado por los sacerdotes. Honestamente si esas son las condiciones yo me quedaba como niño para toda la vida, y no por lo de que posiblemente me mataran sino por el hecho de que no me gustaría traerle la muerte a nadie a cambio de mi adultez. Si bien era otra cultura, lo pone a uno a pensar si después de todo justo la niñez es inocencia y para crecer y ser lo que la sociedad dicta sea un hombre debemos matar dicha inocencia y estar listos para un mundo salvaje y depredador; es posible. Tal vez sólo es una cruenta metáfora, por ello bien dijo Jesús: “Todos los que se humillen como niños pequeños serán los mayores en el reino de los cielos.” No lo sé, me gusta creer que tiene razón.

Volviendo a lo de morir para conseguir tu IFE y qué tal si no hubiera que matar a nadie, se escucha mejor, el pequeño detalle es que la muerte si está de por medio; de por medio durante seis meses. Las tribus aborígenes de Australia mandan a sus niños a vagar en el desierto durante dicho tiempo sin ayuda alguna; solamente si regresan son considerados hombres. Si vuelven sin haber cumplido el plazo la vergüenza cae sobre ellos…y bueno los que no regresan ya se imaginaran que no fue porque les gustara la vida junto a los canguros. Si bien una niña en Malasia es adulta a los once, los niños de las tribus australianas tampoco la tienen fácil. Por un lado, ellas tienen una vida muy pesada desde pequeñas por el otro los de acá igual y ya ni tienen vida. Me imagino que más de uno preferirían ir al Neverland de Peter Pan, un lugar donde nunca crecemos, donde nuestros sueños de niños nunca mueren, porque nunca dejamos de ser niños. Donde lo malo y riesgoso no existen, donde todo es puro e inocente: lo bello de la niñez que sólo podemos apreciar una vez que la dejamos.

Por último, tenemos algo que, a lo mejor para ustedes no, pero para mí sí está a la altura de matar a una persona: matar a uno mismo. Bueno, no tanto así, más bien matar a tu niño interior. En la cultura Algoquin (una tribu de indios norteamericanos) para pasar de ser niño a ser hombre debes pasar por el ritual wysoccan, el cual consiste en un viaje de drogas muy intenso que daña tu cerebro a tal grado que olvidas gran parte de tus memorias hasta ese momento. Así es: los adolescentes entrando a plena pubertad se drogan y el viaje psicotrópico les hace olvidar su infancia. Mi niño interior llora de sólo pensar en eso. ¿Pueden ustedes imaginarlo? Todas sus memorias de cumpleaños, navidades, excursiones, días con amigos, su amor de primaria, sus días vergonzosos (porque aun los días malos lo forman a uno): todo eso perdido para poder crecer y ser un adulto. ¿Estarían dispuestos? Yo honestamente no. Porque, suponiendo que ese ritual fuera la cura para la enfermedad de la adolescencia (entendido para aquí como el punto inexistente entre la infancia y adultez si consideramos que para esas culturas la adolescencia y niñez van de la mano o, como acabo de mencionar no la consideran) y pudiera cumplir mi deseo de aquella tarde cuando “temía” por esa etapa de vida e saltarla de golpe –y qué golpe a la cabeza sería, déjenme decirlo- no lo haría porque la experiencia de crecer es quien lo termina haciendo a uno. Soy quien soy en parte por mi niñez, en parte por mi adolescencia. Siento que sesgar esa parte de mi vida y de pasar a ser un niño a un adulto con todo lo que implica reduciría mi vida…y creo que la de todos.

Por algo un día no es amanecer y anochecer; sino matices que pintan el día de diferentes colores. La adolescencia sería el atardecer entre las dos y la cuatro: cuando sales de la escuela, comes y te olvidas de los problemas hasta que tienes que hacer la tarea. Ese punto entre la comida y el deber en que puedes ser/hacer lo que quieras y es tan fugaz que ni siquiera lo sientes. Es bello y efímero y muchas veces no lo apreciamos como deberíamos, pero en fin qué se le va a hacer, de cuando acá un adolescente aprecia lo que tiene. De los años más felices que puede tener uno yo diría que es la durante la infancia, pero en la adolescencia tenemos ese matiz agridulce donde conservamos lo bueno de la infancia con lo bueno de la vida adulta que empieza a llegar; a su vez tenemos lo malo de ambos mundos también. Por eso es que se llega a odiar; no sabemos en qué parte del puente andamos; cuando de hecho somos el puente. El puente entre dos mundos, y creo sinceramente que deberíamos agradecer la existencia de dicho puente. Muchas personas, ya sea metafóricamente o literalmente, tras esos ritos de iniciación pierden –reitero metafóricamente en algunos casos, pero no deja de ser una pérdida de alguna forma- dicha transformación; ese derecho a equivocarse por la estupidez de la edad.

Si pudiera hablar con mi profesora de secundaria le diría que no me arrepiento de no haber hecho esa tarea –que flojera hacerla para no entregarla-, pero sí le diría que fue una buena forma de hacernos ver cuán diverso es el mundo y cuan afortunados o desafortunados –cada quien cuenta como le fue en la feria finalmente- fuimos por tener el proceso de crecimiento que antes –y ahora en otros lados- no existía –o existe- y podemos crecer experimentando todas las vivencias que la adolescencia trae consigo. Crecer, efectivamente la única cura (y que bueno que sea esa la cura y no un rito que “te quite la niñez” de un momento a otro) contra esa enfermedad llamada adolescencia. Si pudiera volver en el tiempo para contestarme a mí mismo esa pregunta en secundaria le diría a mi yo del pasado: “La adolescencia es una enfermedad que se cura con los años y afortunadamente yo ya me curé, suerte con tu enfermedad”. ¡Ven! Les digo que las mujeres son más maduras que los hombres.